Mi ambición es la de poder despertar a veces algunas vocaciones. En el alma de todo hombre quizá exista un hogar meta-físico que permanece oculto bajo la ceniza, y que está más amenazado de extinguirse cuando más el espíritu ha recibido ciegamente una gran cantidad de doctrinas ya elaboradas; el evocador es aquel que sopla esas cenizas y hace brotar la llama. No creo jactarme vanamente si digo que, algunas veces,acerte a avivar el espíritu de invención de los lectores. Y bien,éso es el espíritu de invención que sería preciso suscitar en el mundo. Lograr este objetivo vale más que recoger la aprobación banal de la gente que repite fórmulas o que esclaviza supensamiento en las disputas escolásticas.