Me siento, suspiro y, pensando que podré avanzar, me paralizo al verte reflejado en la pantalla de mi computador.
Confusa, con un mundo de palabras en mi mente y sin fuerzas para poder escribir la primera letra. Te contemplo, imagino nuestro destino juntos tratando de olvidar mi presente, de soñar una vez más, pensando que así podré abrir los ojos y recordar todo como una pesadilla. Pero no es así, me despierto con frío cada mañana tratando de no alejarme para que puedas encontrarme.
Palabras vacías, sentimientos de papel volando en esta noche de lluvia en un mar de recuerdos que viviría una y otra vez, sin descanso, despacio, sintiéndote cerca, rozándote con mi mirada.
Sólo nos queda una carta rota en nuestra historia, mojada por el charco en el que he tropezado, manchada, sin poder gritarte todas esas lineas que un día escribí para ti. El tiempo se agota, nada ha salido como un día me prometiste, no me he vuelto a cruzar contigo, apenas huele a ti, vagamente te recuerdo ... Sólo viejas fotos y el recuerdo de un barco que se perdía en el horizonte, dejan abierta una pequeña melodía entre nuestro pasado y mi futuro.
Nunca leerás estas lineas, ni siquiera sabrás que van dirigidas a ti, tampoco podré ponerle banda sonora, porque solamente sonaría una triste balada, pero al menos, una pequeña parte de mi, un tímido susurro, habrá levantado la voz lo suficiente como para ponerse en pie y señalarte cuál era el camino en el que yo te esperaba, del que sólo quedan pequeñas piedras que un día construyeron montañas ...